Era noviembre de 2011.
Había sido invitado al matrimonio de Carola y Nathan (la rusia y el rusio), 2 amigos a quienes conozco de hace años. Nos conocimos en el foro Chilecomparte.
A ella le ofrecí hacerle unas fotos en la previa del matrimonio.
Quería plasmar en fotos los distintos sentimientos y estados de ánimo de una novia.
Partí en mi auto recién lavado camino a La Dehesa (no había ido nunca), confiado con un GPS y el GPS del teléfono.
Recuerdo que tomé una autopista (no recuerdo el nombre… odio las autopistas urbanas).
Llegando a la salida que tenía que tomar había una curva. El tiempo pasó más lento mientras mis manos conducían y mis ojos miraban a un «bombero» de una Copec. La curva era un tanto cerrada, y en cámara lenta me topé con que justo por la pista por la que yo circulaba, llegaba un chorro enorme de agua del pasto que estaban regando en la bencinera ¬¬
Hasta ahí llegó lo hermoso y limpio de mi auto.
El GPS me guiaba hacia una calle llamada Rodeo, y yo ya había dejado de ponerme nervioso porque a cada minuto me acercaba más a la casa de la novia.
Con lo que no contaba, era con que una tropa de trabajadores estaban rompiendo una calle. Justo la calle por donde el GPS me indicaba tomar. Ahí fue donde empezó el sudor y me perdí un poco.
Le bajé el volumen a la radio (¿solo yo le bajo el volumen cuando ando perdido?)
Finalmente llegué a la casa y ya estaban afuera el auto de maquilladora y la peinadora.
Ya más relajado y conociendo la casa, le tomé unas fotos a ella con el vestido. Se puso a revisarlo meticulosamente buscando cualquier rastro de hilachas. En esa inspección encontró una aguja en el vestido. (¿Tendrá algún significado?)
Secuestré sus zapatos rojos como los de Dorothy y encontré un lugar muy bonito y significativo para una foto: el piano de la casa.
Fuimos a la cocina a tomar un poco de agua (hacía calor) y le tomé una foto a ella con sus tubos en el pelo y un cigarro en la boca, y al ramo que descansaba en un florero.
Quedaba tiempo y nos fuimos al patio, verde de pasto. Más fotos de ella, y también de ella con su nana ^^
Era hora de empezar con el peinado y el maquillaje definitivo. También fue el turno del make-up para su mamá y su hermana.
Todo fue de a poco transformándose: la Caro pasó de ser ella, a una actriz de Hollywood, con su pelo con ondas y sus labios rojos. También cambió el ánimo porque el tiempo empezó a escasear y se acercaba la hora cero para la boda.
¡Y tenía que ponerse el vestido! ¡Y el chofer no llegaba!
Minutos después teníamos al chofer en la puerta (igual llegó atrasado), a la novia con su vestido, a los fotógrafos oficiales camino a la parroquia, la maquilladora y peinadora también se fueron, y la mamá y su hermana también partieron.
¿Quiénes quedamos en la casa? La novia, el papá, el chofer y yo.
Bajé para salir de la casa y siento un grito: ¡EL RAMO! Se estaba quedando calladito en su lugar y no quería ir al matrimonio.
Vamos saliendo y el chofer de un hermoso Ford Mustang blanco descapotable me pregunta con un acento extranjero y muy calmado, si tenía cable para puentearlo, porque estaba sin batería. Favorablemente sí tenía, pero cuando le conté a la novia que el auto no partía, no fue muy gracioso para ella.
El auto no quería partir, así que la novia casi llega a la ceremonia en mi hermoso Toyota Yaris manchado por el agua de la bencinera ¬¬
Cuando el Mustang logró arrancar, el chofer tomó una actitud «Toreto» y aceleró. Tiene un pique increíble ese auto. Me dejó tirado en varios semáforos, pero luego en las rectas lo alcanzaba. Pasábamos los autos muy rápido por la Kennedy y yo iba pisteando como un campeón. De pronto el auto se me perdió (claro, si se iba pasando de la primera a la tercera pista, volvía a la primera, a la segunda, a la primera) y yo lo iba siguiendo porque no sabía dónde estaba la parroquia.
Cuando pensé en devolverme a mi casa sin ver el matrimonio, veo el auto y me salí justo hacia la caletera.
Me costó mucho encontrar estacionamiento cerca, así que me perdí la entrada de los novios. (Me di 3 vueltas a la manzana).
De todas maneras tengo fotos que los oficiales no.
Fue una bonita experiencia, tal como quería vivirla.
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